Ojalá tuvieramos la posibilidad de regresar en el tiempo, de cambiar las cosas que nos hubiera gustado hacer de otra manera. Ojalá pudieramos simplemente dar un clic en Rewind. El tiempo poco a poco te enseña que eso es imposible (aunque como buen nerd, no pierdo las esperanzas de que puedan hacerlo en el futuro =)), que la vida se vive minuto a minuto con todo y sus consecuencias. Lo único posible es tratar de que cada uno de los minutos de esta vida cuente, que cada uno de los pasos que das sean guiados por el corazón, que cada una de las cosas que realices estén llenas de pasión, de entrega, de osadía y por supuesto, de autenticidad porque -mientras respetes los derechos de los demás- nada te llena más de satisfacción que aquello que haces para agradarte a ti mismo.
Este año cumplí 33 años, la edad suficiente para entender que el tiempo no se nos viene encima sino que al contrario, somos nosotros quienes le exigimos al "peregrino" -el tiempo antes citado- cosas que aún no nos puede cumplir aunque esto que te digo yo frecuentemente lo olvide. La edad suficiente para aprender que las tristezas le dan a tu alma mucho más de lo que le quitan -una perspectiva-. Para entender el poder sanador del tiempo aunque aún no haya acabado mis tratamientos, para entender que la vida es cíclica como ya he dicho antes en este blog -en otro viaje-, para ser testigo presencial del karma del que hablan los adultos cuando uno es demasiado joven y piensas que la justicia no es sino una tía lejana con pocas intenciones de venir. La edad suficiente para saber que es posible el sexo sin amor pero que con el nunca alcanzarás los orgasmos del alma -aunque los del cuerpo no sean nada despreciables-. Así que a los 33, he tenido el tiempo suficiente para entender un poco mejor al tiempo...y sigo estudiándolo porque como dice un refrán por ahi..."Los hombres se hacen viejos demasiado pronto...y se hacen sabios demasiado tarde"; por eso decidí ser inesperado, seguir mis instintos; finalmente...es la edad más mística que jamás tendré ;).
Este año también estuvo lleno de aprendizaje, lleno de lecciones y
experiencias: Recorrí museos, exposiciones, colonias, barrios
interesantes, caminé mucho en el DF y aprendí a recorrerlo de ida y
vuelta con 6 pesos -en el Metro-, llené mis sentidos de nuevas
sensaciones, comí el huitlacoche, los tacos de procedencia
indescifrable, leí libros preciosos, me reí con el performance callejero
en Coyoacán, visité reservas, nadé en Bacalar, oré en Juquila, me
sorprendí en Isla Mujeres y bailé hasta el amanecer en Playa del Carmen.
Aprendí que si eres osado, habrá fuerzas poderosas acompañándote. Que
es posible agitar conciencias, que es posible mover a otros a actuar
cuando tu lo haces de forma sincera, que es posible ganar guerras sin
pelear, que la maña es mucho más poderosa que la fuerza, que la amistad
es una quimera si es que no ha sido probada en el crisol de la
adversidad o del interés personal; que siempre, para bien y para mal,
hay personas observando lo que haces; que jamás pasas inadvertido; que
la naturaleza es una extensión de uno mismo, que el mundo sigue
sorprendiéndome, que me encanta conversar sobre arte, historia o
política casi tanto como odio platicar sobre leyes o cuestiones
contables, que para comunicarse no se necesitan palabras, que Cooper -mi
amigo que aún no les presento y que pronto he de presentarles- es una
excelente compañía, que las fotografías deben revelarse, que hay más
historia en una sola persona que en todos los monumentos del mundo; que
son realmente muchas las cosas que amo de esta vida...y que precisamente
por eso me siento incompleto.
Espero de verdad que cada uno de nosotros alcancemos aquello que nos hemos propuesto para este 2012, que Dios esté presente en cada uno de nuestros pasos, que no lamentemos la ausencia de un botón de Rewind, que hagamos cosas para agradarnos a nosotros mismos, que permitamos que nuestra alma crezca, que se expanda; que logremos que cada uno de los minutos de nuestra vida, cuenten para la eternidad.
¿Cuáles son tus propósitos?